A mi padre.
A mi padre lo conocí sin voz, le sacaron un cáncer en su laringe y afectó su habla. El cigarro. Fumaba desde los 11 años, su padre lo convidaba con tabaco. De todas maneras hablaba, como en secreto pero alto, lo desarrolló con el tiempo. Me costó años entender que no era su voz real, un día me puso su voz original grabada en un cassette, era la misma voz que la de mi tío, pero me gustaba más la que conocí de niño, esa voz ronca. En fin. Era más relojero que Joyero. Relojero de esos de arreglar los relojes de pared que venían antes, esos con cuerdas o péndulos, y también esos de pulsera a cuerda, con sus piezas "microscópicas" que los celulares hicieron desaparecer. Primero era amigo, después padre. Siempre tuve todo, a medida que me descubría facultades, él me conseguía las herramientas, si quería plantar, me compraba un set de jardinería y libros para informarme, si quería fabricar un robot, me dejaba romper mis juguetes para lograrlo. Si quería saber de qué estaba hec